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Por primera vez, el presidente de Diputados admite la posibilidad de ser candidato a la Cámara alta nacional. Una señal que sacudirá escenarios políticos internos de los frentes locales
(por Diario La Capital).- Si a Miguel Lifschitz le interesaba ser candidato a senador nacional, el protagonista de la historia se sentó en su larga mesa de la delegación Rosario de la Cámara de Diputados y largó la bomba: “Me gusta la posibilidad de ser senador, porque es un lugar que, en la provincia de Santa Fe, ha estado desperdiciado durante décadas”. Interrogante develado.
En una entrevista con La Capital, a solas y en exclusiva, el ex gobernador le manda una señal a todos los partidos del Frente Progresista que quieren que sea candidato y modifica el statu quo de la política santafesina. Una cosa serán las elecciones a senador con Lifschitz candidato y otra sin su presencia en la boleta.
El gobernador admite estar molesto por cosas que pasan en la política santafesina y antes no ocurrían, como por ejemplo el último exabrupto del ministro de Seguridad, Marcelo Saín, amenazando con “cagar a tiros a todos” los delincuentes que tienen a mal traer su cartera y a la provincia toda. “Esas cosas en Santa Fe no ocurrían”, admite Lifschitz.
El jefe del socialismo santafesino se reunió con el gobernador actual, pero no puso demasiado énfasis en resaltar el estado de la relación. Es sabido que ni uno ni otro se tienen demasiado afecto. Es el ni fu ni fa de las relaciones institucionales que no progresan, como sí progresaron las de Jorge Obeid con Hermes Binner o las de José María Vernet con Horacio Usandizaga. Lifschitz, igual, se niega a ponerle un número calificatorio a la gestión de Omar Perotti.
—Pero Perotti y sus funcionarios no tienen tantas contemplaciones con usted. Le echan la culpa desde la inseguridad hasta la falta de obras u obras inconclusas, como dijo la ministra Frana.
—Tiene patas cortas, la gente no los votó para que cuenten los problemas que existen, sino para que los solucionen. La gente va a juzgar a este gobierno por los problemas que resuelva.
Es insólito que en la provincia de Santa Fe aparezca un ministro diciendo que “los cagaría a tiros a todos”, y que nadie le responde, lo cite a una interpelación, lo denuncie de oficio.
—Sí, es raro… Es raro que el propio gobernador de la provincia, Omar Perotti, que su ala política, no rectifiquen esa afirmación. Eso que dijo Saín es impropio de un ministro. Ni a un jefe de policía se le podría admitir semejante expresión.
—¿Y por qué se da esto en una provincia tan históricamente respetuosa de los buenos modos, del republicanismo?
—Porque hay una cierta anestesia en la sociedad y en los medios. Estamos todos entretenidos con lo que ocurre con las hermanas Etchevehere, en Guernica o en Mascardi y los problemas graves o estas cosas quedan en un segundo plano.
—¿Hasta ahora se reunió más con Perotti que con Javkin, quien teóricamente es de su mismo palo?
—No, con Javkin tenemos una relación frecuente. Bastante más frecuente que con el gobernador. A veces es personal y otra telefónica. Por historia y por futuro.
—¿Su idea es que el Frente Progresista llegue unido a las elecciones? ¿No debería estar todo el radicalismo?
—Sí, no tengo ninguna duda. Es un espacio que ha mostrado su capacidad de supervivencia, de soportar los avatares políticos nacionales y provinciales. Es una experiencia inédita en la Argentina. No hay muchos partidos que se hayan mantenido unidos en una coalición 25 años. Estamos en un óptimo momento para relanzar el Frente Progresista, recuperar dirigentes que en otro momento buscaron otras alternativas y sumar nuevos dirigentes. Hay un escenario muy movido en la política actual, una reconfiguración de los espacios políticos y, en ese contexto, el progresismo va a crecer.
—¿No cree en un frente de frentes con Juntos por el Cambio?
—No sé a qué llaman frente de frentes.
—A que se una la oposición no peronista en 2021 y 2023 y pueda pensar en ganarle al peronismo. Porque si van separados cantan victoria los peronistas.
—Yo creo en los programas, no en los rejuntes electorales. Somos un espacio con vocación de poder, y obviamente estamos pensando en el 2023. Se necesita identidad política, y todos los que podamos incorporar, sumar, bienvenido sea.
—¿No tiene miedo que de nuevo se los devore la grieta?
—Siempre existieron grietas, desde unitarios y federales. Cambian los contextos políticos. Nosotros demostramos capacidad para sobreponernos. No le tengo temor, al contrario, en Santa Fe hay un actor político, un proyecto político, que es el que está gobernado, que es el peronismo. Y enfrente un proyecto alternativo que es el nuestro. No hay otra posibilidad para ganarle al peronismo.
—¿Lo ve a Fernández como una pluma en el viento?
—Depende de él. De cómo se pare. Ha perdido un año de gestión y una oportunidad que tuvo al inicio. Acumuló un fuerte consenso social y político, demostrando dialogo,apertura, moderación, pero todo eso lo dilapidó con un conjunto de actitudes, poniendo en evidencia un gobierno bifronte, donde hay dos liderazgos, el de él y el de Cristina.
—¿Tiene ganas de ser candidato a senador nacional?
—Me gusta la posibilidad de ser senador, porque es un lugar que, en la provincia de Santa Fe, ha estado desperdiciado.
—Epa, qué primicia.
—Los senadores nacionales por la provincia han tenido un papel bastante opaco. Veo senadores de otras provincias que pelean a capa y espada. Es un lugar de relevancia y me interesa. Si eso sirve para consolidar el Frente Progresista, me motiva más. Pero también me siento cómodo en el lugar donde estoy. Voy a tomar la decisión con el resto de las fuerzas. pero la representación legislativa de Santa Fe en el Congreso es para los socialistas un tema clave, no se lo voy a negar.