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En 2013, la ONU estableció el 19 de noviembre como el Día Mundial del Inodoro para visibilizar la falta de acceso a servicios sanitarios adecuados: un problema que afecta el bienestar de millones de personas. Esta crisis global de saneamiento tiene un impacto directo en la salud pública, la economía y la calidad de vida de las personas. La falta de acceso a baños dignos incrementa la propagación de enfermedades, especialmente en sectores vulnerables, generando un riesgo constante para la salud pública.
Además, los costos en salud y las pérdidas de productividad afectan la economía, obligando a destinar recursos que podrían utilizarse en desarrollo social. Asimismo, vivir sin condiciones sanitarias adecuadas impacta la calidad de vida, afectando el bienestar básico de la gente. De acuerdo con una publicación del Banco Mundial, más de 3.600 millones de personas carecen de instalaciones de saneamiento adecuadas, lo que incrementa el riesgo de enfermedades como diarrea, cólera y malnutrición. La falta de acceso a baños dignos en la Argentina.
Esta realidad también afecta al territorio nacional, donde aproximadamente 6 millones de habitantes -alrededor del 13% de los hogares- no tienen acceso a un baño digno, según datos del INDEC. Las zonas rurales y los sectores más vulnerables del país, especialmente en provincias como Formosa, Chaco y Santiago del Estero, enfrentan una situación crítica, ya que viven en viviendas sin conexión a una red de cloacas o sin acceso a un sanitario seguro. La falta de infraestructura genera problemas graves de salud.
La exposición a aguas residuales y la falta de higiene aumentan el riesgo de enfermedades infecciosas. Los más afectados son los niños, quienes sufren de malnutrición y enfermedades gastrointestinales. A pesar de algunos avances, la inversión en este aspecto sigue siendo clave para mejorar las condiciones de vida de millones de personas en el país.