DOMINGO GUZMÁN SILVA, EL SARMIENTO SANTAFESINO

Getting your Trinity Audio player ready...

Por María Gabriela Pauli (*)

Hacia los 450 años de la fundación de Santa Fe: En todos los escritos sobre la vida de Domingo Silva se enfatizan las similitudes de su infancia con la del sanjuanino. Nuestro hombre nació en San José del Rincón, el 4 de agosto de 1859. Su madre y su abuelo también eran rinconeros y su familia, llevaba más de dos siglos afianzada en ese sitio. Dirá Díaz Molano que «por carecer de padre conocido, el niño llevó el apellido de la madre y se lo bautizó con el nombre de Domingo Guzmán, el santo del día de su nacimiento».

Asistió por unos diez meses a la escuela que fundara el Padre Castañeda en Rincón unas décadas antes. Pero la pobreza de su hogar le obligó a abandonar la educación formal para ayudar a su madre y ganarse la vida. A los 14 años, se empleó como dependiente en un almacén de su tío, Don Ramón Silva, en Santa Rosa de Calchines. Relata José Luis Busaniche:

«En la trastienda de una casa de comercio de Santa Rosa de Calchines, tuvo Silva que seguir por sí mismo su aprendizaje. Su infancia trae a la memoria la niñez de Sarmiento; que también hubo de pasar sus primeros años tras el mostrador de la tienda de Ángela Salcedos, que vendía, al decir de Ponce, hierbas y zapatos, candeleros y libros, encajes y sartenes».

Como Sarmiento, Silva fue un autodidacta. Entre tarea y tarea, en el almacén de su tío, leía incansablemente libros de propiedad de Don Ramón y los que le proveía la biblioteca del cura de Santa Rosa. La educación y el periodismo eran sus pasiones, como también lo fueron del sanjuanino. A los 16 años, Domingo Silva fundó una escuela en Santa Rosa de Calchines; a los 19, con su amigo Francisco Echeverría publicaron un periódico manuscrito con una edición de cinco ejemplares que parece haber llegado a doce en algún momento, merced a la laboriosidad de sus editores.

Tenía 20 años cuando llegó a Santa Fe, precedido por la difusión de su tarea en Santa Rosa. Se incorporó a la redacción del periódico «El Santafesino», dirigido por Mariano Quiroga, en 1879. Al poco tiempo, Quiroga se trasladó a Coronda y llevó consigo al joven reportero nacido en los Pagos de Rincón.

Periodismo, política y gestión pública

En 1881, Domingo Silva volvió a Santa Fe para ya no abandonar más la ciudad. Y aquí encontramos otro rasgo en común: como Sarmiento incursionó en el campo de la gestión pública y la política, atendiendo a los requerimientos y usos de una época, en la que no era extraño que un caballero se interesara en los asuntos públicos.

Fue Comisario de Policía de la Capital y secretario interino de la Jefatura en 1881; secretario titular de la Jefatura desde 1882; secretario del Departamento Central de Policía a partir de 1885 y encargado de la Biblioteca de la Legislatura desde1888, entre otras funciones. Paralelamente desarrolló una intensa actividad periodística ligada a facciones de la política santafesina.

Primero se afilió al Club del Pueblo, que era el partido de Simón de Iriondo, y más tarde lo hizo con Unión Provincial, facción que se fusionó con el Club del Pueblo y catapultó en 1898 a José Iturraspe al sillón de López. Silva hizo la campaña del flamante gobernador desde un periódico que se creó para tal fin y que llevaba el mismo nombre del partido.

Entretanto, en 1887 fue nombrado inspector de escuelas. A partir de allí, habría de desarrollar una intensa tarea educativa y a la vez, una decisiva intervención política en el campo pedagógico: en 1898 fue designado director de escuelas y presidente del Consejo General de Educación de la Provincia durante la gestión del mencionado Iturraspe.

En 1902 presidió la Sociedad Pedagógica de Socorros Mutuos; en 1909 integró la comisión encargada de gestionar la creación de las Facultades de Farmacia y Obstetricia, en compañía del Dr. Manuel J. Menchaca y del rector de la Universidad de Santa Fe, Dr. Santiago Irigoyen. En 1907 fue nombrado rector del Colegio Nacional de Santa Fe, cargo que ocuparía hasta su muerte en 1915.

Mientras se desempeñaba en esas funciones tuvo a su cargo la cátedra «Moral Cívica y Política», destinada a impartir la formación necesaria para los futuros ciudadanos. Producto de sus enseñanzas es el manual que publicó en 1910 y que lleva por título el nombre de la cátedra. Unión Provincial, el periódico que fundara en 1894, dejó de editarse en 1905, pero unos pocos años después, en 1910, Silva se embarcará en una nueva empresa editorial como director y editor responsable del diario Santa Fe.

Su inserción en la elite santafesina

Sus biógrafos insisten en destacar que han sido los méritos del rinconero, los que lo convirtieron en un miembro de la elite ilustrada santafesina más allá de su humilde origen. Barreto dirá que «la figura del maestro de Santa Rosa adquiría mayores relieves a medida que el tiempo transcurría, llamando la atención de los intelectuales de mayor envergadura con que contaba Santa Fe en esa época».

Y agregaba: «Silva había entrado de lleno a figurar en los cuadros de los hombres-guiones de Santa Fe. Podemos decir, sin incurrir en exageraciones que, a esa altura de su vida, constituía un centro de atracción, en torno del cual giraban los verdaderos valores intelectuales».

Además de su pluma y sus dotes de intelectual, podemos afirmar que otros factores contribuyeron a su inserción en la elite de la ciudad de Santa Fe. Entre ellos hay que mencionar su tarea como operador de prensa de Simón De Iriondo primero y de José Iturraspe después, así como las relaciones que construyó a partir de su lealtad a sus amigos y su matrimonio con la joven Eugenia Montyn. Estos vínculos sociales se plasmaron en su incorporación al Club del Orden, que reunía a lo más selecto de la sociedad de la capital provincial.

A modo de síntesis, podemos decir que como Sarmiento, Domingo Silva fue un hombre polifacético. Fue educador, intelectual, periodista, siempre interesado en contribuir a la modernización de la ciudad de Santa Fe y al desarrollo económico y productivo de la Provincia. Su tarea periodística, su actividad política, sus lazos de amistad y su matrimonio con una joven que pertenecía a una conocida familia local, le ganaron un lugar y reconocimiento en la sociedad santafesina, al punto de hacer olvidar su condición de hijo natural de un hogar pobre de Rincón.

(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos y el Centro de Estudios Hispanoamericanos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *