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Si no se registrasen lluvias en el corto plazo para mitigar la sequía, los productores del centro y norte de Santa Fe analizan no iniciar procesos de siembra.
Preocupados por los efectos de la sequía, los productores agrícolas del centro y norte de la provincia de Santa Fe analizan no iniciar procesos de siembra, en especial de soja tardía, en el caso de que no se registren lluvias en los próximos días debido a la ausencia de agua útil en los perfiles de suelo.
El informe semanal que elabora el Ministerio de la Producción de la provincia y la Bolsa de Comercio de Santa Fe da cuenta de la preocupante situación que genera la sequía, que se agravó en los primeros días del año, sin precipitaciones y altas temperaturas.
«Con nulas precipitaciones, elevados registros térmicos y pronósticos muy inciertos, se continuaron analizando los riesgos. Se percibió en el sector que, de no registrarse lluvias en las próximas jornadas, no se sembraría y quedarían parcelas o superficies sin futura producción», indica el trabajo.
En cuanto a lo ya implantado, con ese escenario ambiental «se constató el continuo deterioro de los cultivares en sus distintos estados fenológicos, como también la realidad que atravesó y atraviesa la presente campaña agrícola de cosecha gruesa».
El maíz temprano, que fue el cultivo que sufrió el mayor impacto de la sequía, está siendo picado para consumo animal y en algunos casos «se concretó la destrucción de los cultivares y las parcelas liberadas se destinarían a la siembra de soja tardía en caso de producirse lluvias».
«Una tercera opción, dado los elevados costos para la realización del picado y la baja calidad del producto obtenido, fue que en los últimos días se optó por el enrollado de la planta entera», añade el informe.
En cuanto a la recolección del girasol, esta semana avanzó sin inconvenientes en los lotes maduros con rendimientos variables, y en gran parte bajos por las condiciones ambientales de estrés hídrico y térmico atravesadas durante el ciclo. Los menores rindes oscilaron entre mínimos de 6 a 8 quintales por hectárea, en tanto los máximos fueron de entre 18 y 20 quintales.