El río Paraná retrocedió abruptamente en los últimos días, tras alcanzar 1,57 metros en el puerto santafesino. Se esperan nuevos descensos en el corto plazo. El fenómeno impacta de forma directa en localidades costeras, donde ya se observan costas ampliadas y barrancas descubiertas. Los sectores productivos y turísticos se ven afectados por la falta de agua suficiente en arroyos y lagunas, una situación que también golpea a los pescadores artesanales de la región.
La altura del río Paraná en Santa Fe volvió a encender señales de alerta esta semana al caer drásticamente hasta los 1,03 metros el pasado domingo, tras haber alcanzado una marca de 1,57 metros el 12 de abril. Según el seguimiento realizado por Prefectura Naval Argentina, el descenso comenzó luego del pico registrado a principios de abril y se acentuó durante Semana Santa.
Este comportamiento del río, que afecta directamente a los paisajes y a las actividades económicas de la costa santafesina, se da en un contexto de variabilidad hídrica. A fines de diciembre de 2024, el Paraná había alcanzado los 3,28 metros, pero descendió bruscamente a inicios de enero. El Instituto Nacional del Agua (INA) proyecta que, para el 22 de abril, la altura rondará los 1,14 metros, y podría descender a 1,07 metros en la última semana del mes.
En paralelo, las lluvias registradas durante marzo (161,5 mm) y los primeros 15 días de abril (55 mm), según datos del Centro de Informaciones Meteorológicas de la FICH-UNL, no fueron suficientes para estabilizar el sistema hídrico. El acumulado en el primer trimestre del año llegó a 541,75 mm en la capital provincial.
De cara al futuro, el Servicio Meteorológico Nacional advierte en su Pronóstico Climático Trimestral (abril-mayo-junio 2025) que, para la región central del país —que abarca Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos—, se esperan precipitaciones “normales o superiores a lo normal”. Sin embargo, estas proyecciones no garantizan una recuperación inmediata de los niveles del Paraná, lo que obliga a mantener la vigilancia y ajustar las actividades en la zona costera.
Ante esta realidad, las autoridades instan a extremar el cuidado del recurso y a planificar estrategias que permitan mitigar los efectos de esta bajante en las economías locales y en el ecosistema ribereño. El comportamiento del río seguirá siendo monitoreado semana a semana.
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