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El lunes pasado, el Sanatorio de Niños hizo pública la puesta en marcha de un novedoso programa por el cual los chicos que estén internados por enfermedades que los obligan a atravesar tratamientos difíciles puedan estar acompañados por su mascota. Enterados de esta posibilidad, los padres de Nicolás Fortuna, un niño que tiene cáncer, hicieron el pedido a las autoridades de la institución, y Nikita, la perra salchicha de Nico ya lo visitó en la internación.
La llegada de la mascota, que fue una gran sorpresa para el nene de siete años, causó efectos positivos de inmediato. Siguiendo todos los protocolos, el sanatorio respondió rápidamente a la solicitud. La mamá de Nico, Pamela, contó detalles del encuentro que se concretó el viernes: «Desde el miércoles, Nico casi no hablaba. Está atravesando un momento difícil a nivel emocional después de cuatro años de tratamientos durísimos a causa de un neuroblastoma y, lógicamente, se enoja. Justo me llamó una amiga que había leído la nota del diario y entonces les pedí a los médicos si podíamos traer a Nikita para que lo acompañe. Todos se manejaron con mucha rapidez y entusiasmo, los veterinarios evaluaron a la perrita, las doctoras de Nico supervisaron la situación y el viernes se reencontraron. A partir de ese momento, el ánimo de mi hijo cambió totalmente».
Nikita, una hermosa perra salchicha, es la compañera número uno de este nene que se hizo conocido en Rosario por la colecta que inició su familia para poder solventar gastos, al tener que pasar más de dos años en España, donde intentaron una terapia de vanguardia para controlar la severa enfermedad. Y aunque las cosas marcharon bien por un tiempo, Nico tuvo una recaída. La terapia continúa y el nene hace quimios cada 20 días. Para cumplir con esa terapia en el Sanatorio de Niños debe internarse durante cinco largas jornadas, y desprenderse de su mascota. «Nikita sabe todo. Cuando mi hijo está internado ella se queda hecha un bollito, en el sillón. Es su manera de esperarlo. Así que el viernes fue un día muy importante. Salió todo tan perfecto que pudo volver el sábado. Para Nico fue una alegría inmensa. Cuando la vio entrar a la habitación se le llenaron los ojos de lágrimas, sonreía, y después de que la perrita se fue empezó a contarle a la médica un montón de cosas sobre su perra, empezó a hablar, a tener energía de nuevo», contó este lunes su mamá.
«Quiero agradecer especialmente a la oncóloga de Nico, Andrea Schifino, y a la cirujana Inés Sueiras, que son dos profesionales excelentes y unas personas muy especiales que siempre nos apoyan y que también son parte de este momento inolvidable», dijo Pamela.
La decisión de que los perros puedan ingresar al sanatorio fue tomada a raíz de que los médicos de la institución pediátrica de Grupo Oroño observaban con frecuencia, que niños y niñas que debían permanecer mucho tiempo en el sanatorio a causa de tratamientos prolongados, o cuya vida estaba en riesgo, pedían ver a su mascota. Ahora, con un protocolo especialmente diseñado y con el apoyo de dos veterinarios, el sanatorio implementa esta modalidad, que es de vanguardia en el país.
Los veterinarios indispensables
Carlos Cossia y Gabriel Fernández son los médicos veterinarios que de manera solidaria se sumaron al programa. En una primera parte, se evalúa caso por caso para que los perros de los chicos internados puedan acompañarlos, al menos por un rato, durante la internación. La segunda parte del plan es que un perro especialmente adiestrado se pueda sumar para realizar terapia asistida con animales, una posibilidad que ha dado excelentes resultados en distintos lugares del mundo y que favorece la recuperación de niños y niñas con distintas enfermedades.
Emocionado, el veterinario dijo que «es muy valioso el hecho de que una institución privada tome esta decisión para que los chicos puedan recibir a su amigo de cuatro patas», y agregó: «Poder acercarles a su perro es una satisfacción que se traduce en más salud».
«Estamos convencidos, y el grupo también, de que esto ayuda a la recuperación. Y vamos a ir por más, ya que sería fundamental que pudiera suceder en personas adultas que muchas veces tienen que separarse por largo tiempo de su animal de compañía, con todo el dolor que eso significa», señaló Cossia.
Cossia recordó que para poner en funcionamiento este programa en el Sanatorio de Niños se elaboró un protocolo. «Hacemos una revisación, sin ningún costo económico, para constatar que el animal esté en buen estado de salud, que tenga bien sus dientes (hay que pensar que el perrito o perrita seguramente va a querer lamer a su pequeño dueño), que tenga todas las vacunas. Niko y Nikita fueron los primeros pero ya estamos evaluando otro caso, el de una nena de seis años que fue operada de un tumor y espera ansiosa poder ver a su perra».