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Ni como ocurrió con las idas y vueltas entre rechazos y aprobaciones al DNU 75/24 –que sigue vigente- o la Ley Bases y el paquete fiscal, se sintió tanto en Casa Rosada la minoría parlamentaria que tiene La Libertad Avanza. Es que en esa coyuntura del primer semestre del año fueron más factibles las negociaciones con los bloques dialoguistas para alcanzar, aunque sea parcialmente, la voluntad del oficialismo.
A casi diez meses del inicio de la gestión, sostener el veto al incremento jubilatorio ya se volvió un escollo más complejo que pudo revertirse gracias al cambio de posición de cinco radicales que se sentaron a pactar directamente con Javier Milei. Esas condiciones parecen no estar dadas a estas horas, y defender el rechazo al presupuesto universitario se ha vuelto un dilema muy difícil de superar.
En Balcarce 50 se pasó rápidamente del «nada está garantizado» al «por ahora no tenemos los votos». Con tiempo para presionar, la comandancia libertaria inició el camino de las advertencias a los opositores que impulsaron el proyecto en favor de la educación pública. «Tendremos que recortar la obra pública y además judicializar el tema por inconstitucional», refrendó uno de los altos funcionarios que apresurado iba de su despacho al de la Secretaría General.
Otro de los que ingresó al lugar a las corridas expresó a El Litoral: «Todos saben que a los que promueven esto no les interesan las universidades ni nada, ninguno fue a la facultad en la vida», arremetió irónico apuntando especialmente al sector sindical de Pablo Moyano.
La justificación que utilizaría la administración central en caso de llevar el tema a los estrados del Poder Judicial giraría en torno a plantear que se violó la Ley de Administración Financiera (24.156) al no especificar el origen de los fondos que solventarían a los centros de estudios terciarios. El problema es que si sale mal, la jugada sentaría un precedente ‘antiveto’ que podría complicar al propio Gobierno si pretende avanzar en esa línea frente a otros proyectos del mismo tenor.
La sesión especial del próximo miércoles 9 de octubre ya estaba solicitada y el presidente de la Cámara alta, Martín Menem, fue quien se encargó de explicar que «si diez diputados me piden llamar al recinto, obligatoriamente lo tengo que hacer». Con esas cartas echadas, y tras la masiva marcha federal del 2 de octubre a la que el Gobierno intentó bajarle el precio, voces como la del director del Instituto Consenso Federal, Alejandro «Topo» Rodríguez, envió un mensaje al mileísmo y a los macristas al señalar que «al menos 10 de los 17 bloques parlamentarios ya se han definido a favor de ponerle un límite al Ejecutivo», subrayando que «no importa lo que haga el PRO, llegan tarde». En esa línea, desde la bancada de Innovación Federal, su titular, Pamela Calletti afirmó, «esta vez el Gobierno no tiene los votos».
El factor Macri
Desde otra posición, Mauricio Macri también salió a poner en duda el respaldo de sus alfiles en el Congreso. Dejó circular que sus encuentros con Milei en Olivos no dieron resultado y eso provocó que Santiago Caputo fuera a escuchar en persona sus reclamos. El cónclave fue promocionado en off por las usinas de Casa de Gobierno, algo que los amarillos entendieron como otra celada dirigida a exponer a su líder en complicidad con Patricia Bullrich, quien no tiene pruritos en atacar a su ex aliado, como cuando le dedicó en X eso de, «el tema es si estás jugando a tener tu gran proyecto o a tener tu cuota de poder».
Algo sigue mal en la relación -pese a las reuniones entre las partes- porque el jefe de Gabinete Guillermo Francos volvió a cuestionar las actitudes del ex presidente y fue uno de los dirigentes de Propuesta Republicana, Fernando de Andreis, quien arremetió con una fuerte respuesta orientada al núcleo duro de los libertarios y la ministra de Seguridad: «Como el escorpión que mata a la rana que lo está ayudando a cruzar el río, no pueden resistirse, está en su naturaleza», sentenció en un posteo en la ex red social Twitter.
En el contexto de esta doble interna partidaria, uno de los legisladores del PRO, Álvaro González, ya adelantó que sufragará en favor del incremento de los fondos a las casas de altos estudios. Además de Unión por la Patria -que esta vez va por el camino de no tener 15 ausencias cómo cuando se dio luz verde a la iniciativa- el resto de las bancadas acuerdistas buscan acumular unas 170 voluntades e impedir así que esta vez Milei vuelva a salir airoso. En ese tándem hay congresistas de la Coalición Cívica, el Frente de Izquierda, la Unión Cívica Radical y Encuentro Federal, entre otros monobloques como el de Neuquén. Quizá se sume al ruedo la expulsada (ex LLA) Lourdes Arrieta, quien tras varios amagues decidió finalmente abstenerse en la definición del cambio de la fórmula previsional.
Costo político y equilibrio fiscal
Al cerrar la mesa parlamentaria de los lunes en la Rosada, uno de los diputados del macrismo explicitó la posibilidad de que se conformara este arco contrario a vetar el financiamiento universitario. «Es que esta cuestión pone en juego un costo político altísimo que hay que ver quienes están dispuestos a pagar», reflexionó fuera de los micrófonos. El macrista también objetó el dispositivo digital del que dispone el Gobierno con el objetivo de esmerilar permanentemente a todo aquel que no piense como el presidente. «Ese es un tema que deberían repensar los cerebros que digitan desde acá semejante aparato que es nocivo hasta para ellos mismos», enfatizó.
Con el campo minado del antimileísmo duro y el sector moderado que esta vez mide consecuencias en detrimento de la clase política en general, fue el vocero Manuel Adorni, quien hizo un último y elíptico llamado a la reflexión desde la sede del Poder Ejecutivo Nacional, al manifestar en conferencia de prensa que «con el PRO hemos trabajado juntos en un montón de cuestiones, e incluso en el veto a jubilados. Lo cierto es que el veto a jubilados tenía defectos como esta ley, que no explicaba bien cómo asignar recursos para hacer frente a lo que proponía, y en su momento un sector de la política entendió que eso rompía el equilibrio fiscal, y tal vez este veto tenga esa misma lógica», cerró el funcionario, ante un panorama engorroso que promete una semana intensa con otro miércoles en el que alrededor del palacio legislativo se conjugarán nuevamente quienes van a salir a la calle a presionar a los diputados en esta instancia decisiva, junto a los trabajadores pasivos que potencian su resistencia al congelamiento de sus ingresos.