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Un hombre de 65 años entregó todos sus ahorros para adquirir un horno industrial que resultó ser una estafa. La familia ahora enfrenta dificultades para mantener su pequeña panadería.
Eduardo, un jubilado de 65 años de Santa Rosa de Calchines, localidad del departamento Garay, fue víctima de una estafa al comprar un horno para la panadería familiar. El artefacto, que nunca funcionó, le costó los ahorros de toda su vida, y ahora la familia lucha por mantener el negocio a flote.
Hace un año, con la intención de mejorar la panadería que su esposa había comenzado, Eduardo decidió invertir en un nuevo horno industrial. La familia, que siempre ha trabajado unida, vio en esta adquisición una oportunidad para expandir su pequeña empresa. “La mayor parte del dinero la puse yo, eran mis ahorros de toda la vida”, relató Eduardo.
Los vendedores, que inicialmente dijeron ser de Esperanza, resultaron ser de Tucumán. Transportaron el horno hasta la casa de Eduardo en una camioneta, pero al no poder entrar por la puerta principal, lo introdujeron por una ventana, dañándolo en el proceso. A pesar de las promesas, el horno nunca llegó a funcionar correctamente. Eduardo recordó: “Me dijeron que de acá se iban para Gualeguay y luego a Mar del Plata. Lo encendieron pero jamás cocinó, no levantaba temperatura”.
La familia intentó contactar a los vendedores, pero sin éxito. Consultaron a un gasista local, quien les advirtió sobre las peligrosas conexiones del artefacto, dejándolos sin opciones seguras para repararlo. Eduardo comentó con tristeza: “Nunca más pudimos comunicarnos con ellos”.
El hijo de Eduardo vio la misma camioneta en la ruta, cargada con hornos, lo que reavivó la frustración de la familia. El horno defectuoso aún permanece en la casa, obstruyendo una ventana y siendo un constante recordatorio de la estafa sufrida. Eduardo y su familia ahora contemplan la posibilidad de solicitar un crédito para adquirir un nuevo horno, indispensable para continuar con la panadería.