LA COSTA SANTAFESINA: EL OLVIDO ACECHA MIENTRAS LA MEMORIA CONTINÚA

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Con la gran bajante del Paraná aparecen a orillas del río Colastiné los durmientes de quebracho, como testigos de la fenomenal entrega de nuestros recursos naturales.


La Historia Viva
Colastiné era la primera estación del viejo ramal Santa Fe-San José del Rincón, perteneciente al entonces Ferrocarril Santa Fe, que había sido habilitado en 1888, para servir al otrora antiguo de Colastiné y cuya actividad acabó tan pronto como las aguas se llevaron al puente que se extendía sobre la Laguna Setúbal, en la creciente de 1929.
Cierta sustancia tintórea del quebracho colorado chaqueño que en 1875 conocían únicamente algunos curtidores franceses y alemanes, fue la cualidad que atrajo la atención de industriales y banqueros europeos, atando al destino de las tierras donde esta especie abundaba a la vorágine del capitalismo internacional.


«Este material, el mejor y más barato del mundo, da al cuero un color tan bello que no se puede obtener con ningún otro ingrediente y se ha hecho tan popular y se exporta ahora de la Argentina en tan grandes cantidades, que ha reducido el costo del curtido por todo el mundo», dice en 1911 Lloyd’s Greater Britain Publishing Company Ltd.
La historia de las empresas que iniciaron el tráfico de quebracho se inicia en territorio santafesino.
A comienzos del negocio del quebracho colorado chaqueño, era que se exportaba el rollizo a las plantas de EE.UU y Europa; llegaban las chatas de rollizos hasta el Puerto de Colastiné y partían luego a esos destinos; luego entraron los franceses con el ferrocarril; los alemanes que llegan al Paralelo 28 con las fábricas; y son los ingleses luego los que trasladan la explotación forestal hasta los puntos más recónditos del bosque; y… ya estaban asociados para el saqueo: la ecuación ferrocarriles, latifundios y explotación forestal comenzó a modularse.
En estos últimos meses con la gran bajante del Paraná aparecen a la superficie, a orillas del río Colastiné los durmientes de quebracho de los «antiguos» muelles y otros vestigios de las antiguas construcciones portuarias.
Así como estos testigos incorruptibles e insobornables han quedado al descubierto; también quedaron al desnudo la fenomenal entrega de nuestros recursos naturales, la dilapidación de extensos territorios; un inmenso oro verde de indudable valor en todos los aspectos, a empresarios extranjeros y sus socios nativos; con acciones que se pueden calificar como un crimen social: nuestra selva virgen literalmente talada, devastada y la explotación de generaciones enteras de brazos jóvenes; en los obrajes y fábricas de tanino… la historia oculta sale a la superficie y queda en evidencia toda una combinación de hechos.
¡Incalificables!
*Victor Anchával, nacido en Campo del Cielo, ahí mismo donde están los tres mojones en donde geográficamente se funden los límites de Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe.

Por Víctor Anchaval
Fotos: archivo de El Litoral

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