LA CASONA DE COLASTINÉ Y UN SABLE EN SU HISTORIA

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Las notas de Lía Masjoan sobre la casona histórica de Colastiné Norte movilizan hoy al rescate de nuestra identidad. Así que agradecemos a este periodismo comprometido y, de antemano, a los funcionarios, concejales y legisladores que se ocupan de temas de fondo, como éste.

La antigua estancia de Don Luis Cappato, escribano y docente de la Universidad Nacional del Litoral, guardaba tesoros que se han perdido. Quizás algo pueda rescatarse buscando en el patio y sobre todo en el aljibe. Hoy deseamos que ustedes vean estas fotos del sable de Don Cayetano Cappato, padre de mi tío-abuelo Luis. Es un sable de oficial naval inglés, y a la vez una muestra de que la colonización del norte santafesino en el siglo XIX estuvo imbricada con los intereses comerciales y geopolíticos de la corona británica.
Cayetano era la autoridad enviada por el gobernador de Santa Fe a cuidar la «línea de frontera», mientras se tendían los rieles del ferrocarril. Él estuvo en la fundación de Calchaquí antes de seguir hacia lugares citados en cartas amarillentas: Margarita, Tartagal, El Arazá, Espín, Berna. En improvisados fortines, si la memoria resiste en la Estancia La Selva, cada mañana se izaba la bandera británica y, después del toque del clarinete, se entonaba el himno a la Reina, por acaso grabado en las oxidadas estrías del sable inglés que estuvo en manos del escribano Cappato antes de llegar a las mías; salvado así del huracán del olvido.
Relaciones carnales: en una de las misivas a Cayetano, con la firma de un gerente de Argentine Quebracho Company, puede leerse: «(…) en caso de que podamos llegar a un arreglo con el Jefe Político de Vera y el Gobierno para obtener su nombramiento». Valga entonces el ejemplo de este sable por su valor en sí -por el arte que en él se refleja-, pero sobre todo como testimonio material de una época y símbolo de la importancia de conservar nuestro patrimonio. De enlazar el recuerdo a través de vestigios palpables, únicos.


Como en el caso de la casona de Colastiné, que da motivo a estos párrafos. Ya que más que lamentar todo lo que allí se ha perdido resaltamos la importancia de realizar el mayor esfuerzo posible para salvarla y restaurarla. Convertirla en un centro cultural, museo y lugar de rescate activo de nuestra historia y nuestro ambiente. Hoy miles de santafesinos que vivimos en «la costa» merecemos esta puesta en valor. La ciudad capital tiene aquí su «Santa Fe azul», el de los humedales del Paraná, así como por ejemplo Montreal valora por igual sus dos partes: la Montreal Verde en tierra firme y la Montreal Blue sobre el valle del río San Lorenzo.
A quienes están hoy y a quienes recibirán pronto el honor y la responsabilidad de legislar y gobernar, hacemos este llamado. Una sociedad sin su propia historia es como un árbol sin raíces; como manejar sin espejo retrovisor.

Por Jorge Cappato

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