UN DÍA DE FURIA

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Frente a la pregunta de a quién apoyaría en caso de que la segunda vuelta fuera entre Milei y Bullrich, no dudó en afirmar que con el primero de los nombrados. Hizo nuevamente lo que siempre hizo: priorizar su persona, sus intereses y su proyecto, antes que al Peronismo. Armó su lista donde mayoritariamente figuran ministros, en muchos casos probados en servir a sectores de derecha, patronales, contrarios a la clase trabajadora.

En febrero de 2020, en una reunión en Rosario del espacio Encuentro por Santa Fe – a pocos días de la pandemia- y ante la abrumadora cantidad de acciones con las que no se estaba de acuerdo ejecutadas o anunciadas por el primer mandatario provincial y al evidente ninguneo a cuestiones acordadas con la fuerza que entre otras cosas le permitió ganar la Provincia, una de las personas allí presentes preguntó algo preocupada: “¿pero entonces, que tenemos que hacer, renunciar?” Al cual otro de los presentes contestó inmediatamente: “No, nadie habló de que hay que renunciar, la pregunta correcta sería: ¿para qué nos quedamos?” Y agregó: “Es necesario discutir cuál es nuestro proyecto, cuál es el proyecto que queremos defender dentro del gobierno provincial?” Quizás esta sea una buena base para arrancar un debate imprescindible.

El Partido Justicialista se ha pasado muchos meses advirtiendo que había que “bajar al territorio”, “hablar con la gente, con los compañerxs”, aunque nunca diagramó una estrategia general para que eso ocurriera, nunca organizó nada más que comunicados y declaraciones periodísticas.

En la ciudad capital de la Provincia la acción de campaña ha sido, en los últimos días recitales barriales, del cantante Marcos Castelló, devenido a Senador por iniciativa del titular del Ejecutivo Provincial. Muchas agrupaciones, partidos políticos y algún funcionario han recurrido al silencio, o en silencio se han ido retirando de los cargos que ocupaban en disconformidad o espantados de las iniciativas que se tomaban o a los sectores económicos a los cuales se beneficiaba directa o indirectamente. Vicentin es un claro ejemplo de ello, donde quedó expuesto el viejo y agresivo dogma neoliberal por el cual la propiedad privada no se toca, más allá de estafas y ladrones.

No hay un único responsable. Muchos deberían hacerse cargo; inclusive aquellos que especularon con un acuerdo con CFK para justificar una adhesión impresentable.

La jugada de decir que apoyaba a Milei pergeñada como el reciente call center de funcionarios en el laboratorio cordobés, es la muestra inacabada pero transparente de lo que es y de lo que piensa: ayer gran amigo de Massa, hoy apostando a rasguñar votos para su propia campaña como diputado provincial.

Las redes se han llenado de indignación, de palabrotas, de puteada con bronca, pero también de aquellos que vuelven a recordar: “siempre fue así, lo supimos desde un principio”. Y cada uno a su manera tiene razón.

Mientras tanto la devastación organizativa e ideológica del peronismo transita Santa Fe, ante un ejecutivo provincial que corre el riesgo de perderse, como así también en ciudades importantes, inclusive algunos departamentos, más allá de la calificación que tengamos de ciertos senadores.

Es una oportunidad única para hacer un aprendizaje, quizás ante un fin de ciclo, con un peronismo que como hizo siempre, se resignifica, lame sus heridas y se prepara para resistir.

Y estas palabras serán inmutables más allá de que si él triunfa en las elecciones legislativas próximas o pierde, y muchos de los que hoy lo siguen defendiendo y justificando, busquen reciclarse en cualquier escondrijo del poder o del Estado.

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