EL COPAMIENTO A LA COMISARÍA DE ARROYO LEYES Y EL TORMENTO DE UN ELECTRICISTA DETENIDO POR ERROR

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“Estoy tomando 10 pastillas por día. Me siento en la mesa en mi casa y me pongo a llorar», contó Luis, quien pasó dos meses detenido sin tener nada que ver con el golpe comando. Le allanaron su casa, le mataron el perro, le rompieron la puerta y se lo llevaron junto a su hijo adolescente.

La investigación por el copamiento a la subcomisaría 20ª de Arroyo Leyes cometido el 17 de noviembre pasado no deja de tener repercusiones. Es que luego de que el comisario a cargo del Centro de Monitoreo de la capital provincial fuera imputado por brindar colaboración al grupo comando que se llevó armas y chalecos de la dependencia policial. Un electricista contó el calvario que le tocó vivir a los cinco días de producido el hecho cuando le allanaron su casa y se lo llevaron detenido junto a su hijo. En ese operativo, personal policial le mató el perro, le rompieron la reja, la puerta, en busca de elementos que no tenía y se lo llevaron a la sede de la Agencia de Control Policial (ACP- ex Asuntos Internos) al igual que a su hijo adolescente. Luego se enteró que los acusaban de participar en el copamiento de Arroyo Leyes, una pequeña localidad costera ubicada en el kilómetro 14 de la ruta provincial 1 y distante unos 22 kilómetros al noreste de la capital santafesina. Fue a una audiencia imputativa y aunque los policías le dijeron que no era el que buscaban sólo que tenía un nombre similar, estuvo dos meses preso y su hijo adolescente 15 días. Durante el encierro sufrió dos preinfartos y hoy toma 10 pastillas por día, según contó el trabajador.

Luis Leguizamón es electricista matriculado, trabaja en refrigeración y hace trabajos de albañilería, así mantiene a su familia en la ciudad de Santa Fe. El 21 de noviembre pasado, mientras dormían en su casa de barrio Hipódromo, llegó personal de “Asuntos Internos”, según le dijeron.

El hombre contó en una entrevista en Radio Dos que esa noche le pegaron tres tiros a su perro, le rompieron la reja, la puerta y entraron al grito de Policía. Que saltó de la cama sin saber lo que pasaba y empezó a preguntar qué pasaba, le ordenaron que se tirara al piso, lo empujaron y un policía le pisó la espalda. En eso salió su esposa en ropa interior y con su pequeña hija de tres años en brazos.

Lo redujeron a él y a su hijo adolescente. “Le dije se equivocaron y me contestaron que no para después preguntarme: ¿Acá vive Luis Alberto Leguizamón, Marcos Leguizamón y Matías Leguizamón?”, el último es su sobrino que también fue demorado y no vive con él, contó sobre el diálogo que tuvo con los uniformados de la Agencia de Control Policial.

Luis agregó que le informaron que el allanamiento era para buscar ropa policial, pistolas, una escopeta, un iphone, chalecos antibalas y capuchas, en referencia al botín que se habían llevado de la subcomisaría. ”En mi casa no había nada de eso. Lo único que les dije es que no me pusieran nada porque yo no tengo nada. Me dijo nosotros somos de Asuntos Internos, investigamos a la Policía”.

“Tengo problemas de hipertensión y arritmia, ahora se me agravó todo. Me agarró un ataque de presión cuando mi bebé de tres años, que estaba en brazos de mi señora, vio al perro que estaba tirado afuera todo ensangrentado, salió corriendo a agarrar el animal. Me descompensé y no me acuerdo de más nada”, contó en la entrevista.

El hombre recordó que lo llevaron al hospital donde estuvo internado y se despertó tres o cuatro horas después. El policía que estaba custodiándolo le dijo que su hijo estaba en la sede capitalina de Asuntos Internos y como no lo dejaba ir con su familia firmó el alta voluntaria para que lo trasladaran detenido y esposado.

Padre e hijo fueron llevados al gabinete de identificación mientras su esposa esperaba en el lugar. Tras el trámite le dijeron que se quedara tranquilo que la identificación del sospechoso que buscaban había dado negativa. Después de ese trámite los policías se pusieron a ver, quién iba a llevar a su pareja y su hijo a su casa.

Para ese momento, Luis ya tenía abogado, el cual también le dijo que se quedara tranquilo. “En eso, entró el jefe de Asuntos Internos –por la Agencia de Control Policial– y dijo: ahí llamó la fiscal y dictaminó que quede detenido. Mi mujer se largó a llorar porque esposaron a mi hijo, a mi me llevaron a la comisaría 9ª y a él a juveniles. Ahí empieza todo el calvario”, describió el hombre.

Pasó las fiestas en prisión, dijo que fue lo peor. Su hijo estuvo 15 días detenido en juveniles, mal anímicamente, “porque es un chico que nunca estuvo detenido, estudia y hace deportes. En casa, mi esposa con mi bebé peleándola, aguantando con todo” y agregó “dos meses estuve preso y en teoría dicen que había una persona con mi mismo nombre, pero cuando fueron a allanar me dijeron que era una denuncia anónima”, aseguró.

“Soy un laburante, soy electricista matriculado, hago refrigeración, construcción, hago de todo”, contó y explicó que estuvo en Arroyo Leyes haciendo una pileta y tenía fotos y videos en su celular. No tenía antecedentes penales como dijo la fiscal –por Roxana Peresín funcionaria del Ministerio Público de la Acusación de Santa Fe (MPA)– en la audiencia y su abogado se encargó de verificar todo”, continuó Luis sobre la desesperación ante esa arbitrariedad.

“Me agarraron dos preinfartos en el penal y contó que lo dejaron en prisión preventiva por los supuestos antecedentes que citó la fiscal Peresín, que en realidad no tenía. Tras recuperar la libertad contó que nadie se acercó a habar con él o pedirle disculpas”.

Luis perdió sus dos meses fuertes de trabajo –noviembre y diciembre–, si bien le dijeron que podía iniciar una acción legal por lo vivido señaló que en este momento su cabeza está puesta en su hijita, su señora y su viejita, la cual había sufrido un ACV unos meses antes. “Estoy tomando 10 pastillas por día, hasta el día de hoy me siento en la mesa en mi casa y me pongo a llorar”, concluyó el trabajador.

EL COPAMIENTO

El 17 de noviembre, un hombre se acercó a la dependencia policial de Arroyo Leyes, donde estaban de guardia dos uniformados y una mujer policía. Pidió ayuda porque, según dijeron voceros policiales, había pinchado un neumático de su auto.

De inmediato, un grupo de personas –las primeras versiones hablaron que eran unos siete– irrumpieron en la seccional, redujeron a los policías, golpearon a uno de ellos, y se alzaron con una pistola reglamentaria, una escopeta, chalecos antibala, junto a una camioneta de la fuerza de seguridad. También robaron a un vecino que tiene una casa quinta a unos 50 metros del lugar, se llevaron un auto y unos 30 mil pesos. Algunos de los atracadores estaban con ropas policiales y al vecino le habían exigido 400 mil pesos, que no tenía.

La investigación que arrancó con la errónea detención de tres inocentes porque además del electricista, su hijo y el sobrino, hoy cuenta con cinco detenidos. Se encuentran en prisión preventiva el comisario Sebastián José Pallavidini, de 41 años, por una participación necesaria en el hecho. Es que para la pesquisa fue el que aportó los uniformes y los chalecos de la policía a los asaltantes. Un dato no menor es que este jefe policial estaba a cargo de la Central de Monitoreo de la capital provincial.

Otras cuatro personas entre ellas Luis Ariel Leguizamón, un joven de 21 años con el que confundieron la identidad con el electricista, al que le sindicaron participación secundaria. Los demás involucrados son Martín V., de 48, y Hernán S., de 36, acusados de coautores y un remisero, identificado como Fabián L., de 60, con una participación secundaria.

Además otro de los sospechosos, identificado como Mauricio Páez, fue hallado ahogado a las dos horas de la fuga de los asaltantes en un bañado cerca de donde la banda abandonó el Peugeot robado en la quinta. Hay dos personas prófugas, de acuerdo a lo aportado hasta el momento en la causa.

Red de medios fuente: elciudadanoweb.com

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