“LOS DIVERSOS SENTIDOS DE UNA COLECCIÓN” CON ASCENDENCIA AFRICANA EN ARROYO LEYES 

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La colección de piezas cerámicas de Arroyo Leyes se encuentra resguardada actualmente en el Museo de Antropologías de la ciudad de Córdoba y está conformada por 25 objetos que datan su hallazgo en la década del 1930. No todos se encuentran completos, inclusive hay conjuntos de fragmentos que corresponden a diferentes piezas.

En los últimos años agrupaciones y organizaciones de afrodescendientes argentinos han conocido la presencia de estos objetos en diferentes instituciones y los consideran como parte de su patrimonio y objetos que encierran su memoria; a la par que, trabajadores/as de diferentes museos han comenzado a organizarse para generar instancias que permitan darle visibilidad a esta colección. 

En el marco de los encuentros “Soy porque somos. La diáspora africana en la construcción de nuestra identidad”, integrantes del Área de Documentación del Museo de Antropologías de la ciudad de Córdoba, presentaron la experiencia en torno al proceso de elaboración del catálogo de la colección de Arroyo Leyes.

El Grupo Córdoba Ruta de las Personas Esclavizadas organizó cuatro encuentros pensados para visibilizar el aporte africano a la cultura argentina. Los mismos se desarrollaron en el Museo de Antropologías de la ciudad de Cordoba, y abordaron el gran imaginario que es África: su historia, su producción cultural y su mirada del mundo. Además, se seguió la ruta de las personas que fueron esclavizadas, su llegada a América y su aporte cultural. Se trabajó la presencia africana  y los Sitios de Memoria.

Durante el cuarto encuentro, titulado «Los esclavizados: ¿dónde reside la memoria? Asumir la raíz africana a partir de nuestro patrimonio», Iara Angaroni, Camila Aimar y Agustín Ramírez del Área Documentación del Museo de Antropologías cordobes, realizaron la presentación “Rostros, miradas y sentidos diversos: el caso de la colección Arroyo Leyes” que abordó la historia de la colección dentro del Museo, y los múltiples sentidos que se han otorgado a estos objetos, dando cuenta de su importancia para la “memoria afrodescendiente”.  

A continuación se comparte el texto realizado para la presentación.

“Desde el Museo de Antropologías, con el proyecto de catalogación, proponemos avanzar en la visibilización de colecciones que no han sido expuestas en su totalidad en el espacio de museo por diversos motivos como el espacio físico disponible, la movilidad de los objetos, entre otros. Una de estas colecciones no expuestas es Arroyo de Leyes u Arroyo Leyes. 

Para situarnos un poco, el Arroyo Leyes es un río ubicado en el espacio costero a 40 kilómetros al noreste de la ciudad de Santa Fe, entre los pueblos de San José del Rincón, al Sur, y Santa Rosa de Calchines, al norte. Al oeste linda con la Laguna Setúbal y al este con el valle aluvial del Paraná.

Esta zona se ubica camino a Cayastá, sitio fundacional de la ciudad de Santa Fe en 1573. En la actualidad se encuentra constituida la Comuna Arroyo Leyes, la cual tuvo su fundación en los años ‘90.

Las piezas de las que estamos hablando y de las que también hablaron los colegas de Jesús María, fueron encontradas en la vera del río.

Ahora bien, este grupo de objetos despertó un gran debate desde que se encontraron las primeras piezas en los años ‘30. De hecho, todavía no se esclareció quien ha “hallado” este paradero. Hay varios actores que se atribuyen el hallazgo del paradero y de las piezas: Amelia Laurguia Crouzeilles, Manuel Bousquet, Raul Carabajal, un cura de Santa Fé, un director de escuela…

Nos parece interesante plantear que en estos últimos años se ha reivindicado la figura de Amelia Larguía, ya que por el desarrollo disciplinar mayoritariamente masculino no fue tenido en cuenta su hallazgo y su trabajo. Hay que mencionar que sus aportes estuvieron más vinculados a la arqueología del Litoral y de Santiago del Estero y que, al menos en sus textos, no realizó un trabajo pormenorizado con las piezas de Leyes.

El debate más intenso que se dio fue entre incipientes arqueólogos profesionalizados y aficionados de la arqueología y tuvo que ver con el ORIGEN DE LAS PIEZAS.

Existían en ese momento tres grandes Posturas:

Que las piezas eran falsificaciones fabricadas por los lugareños, actuales, buscando la venta de las mismas. Principalmente con un fin económico. Representantes: Joaquin Frenguelli, Fernando Mántaras (comerciante de piezas y viajero),  Raúl Carabajal (sacerdote jesuita).

Que la cerámica era de origen indígena, “auténtica”, elaborada por indígenas, posiblemente de reducciones chaqueñas. Representantes: Antonio Serrano, Manuel Bousquet (coleccionista), Felix Outes, Amelia Larguia.

Y una postura intermedia, que planteaba que algunas eran falsificaciones y otras auténticas. El principal representante es Francisco de Aparicio, quien realiza la única excavación sistemática del sitio y encuentra cerámica in situ que le lleva a plantear que hay que investigar más profundamente puesto que hay piezas auténticas a pesar de las falsificadas.

Por los efectos de este debate, sobre todo la fuerza de la falsificación y la destrucción de muchas de las piezas, el tema quedó silenciado durante varios años hasta que, en los años ‘80, Alberto Rex González retoma el asunto. Él plantea la necesidad de revisar las piezas, diciendo que podían ser la obra de indígenas prehispánicos y africanos, trayendo de nuevo a debate en la disciplina arqueológica, la colección ya dispersa en muchos museos de Argentina.

Más tarde, ya en los 2000, Daniel Schávelzon y Carlos Ceruti van a retomar la investigación de las colecciones, ambos interiorizados en las temáticas de la esclavitud y lo afrodescendiente, para comenzar a plantear nuevas hipótesis sobre los “creadores” de estas piezas, los usos y los contextos en los que habrían sido realizadas y luego localizadas.

Puntualmente, la colección “Arroyo de Leyes” que se encuentra resguardada actualmente en el MdA está conformada por objetos cerámicos. No todos se encuentran completos, inclusive hay conjuntos de fragmentos que corresponden a diferentes piezas. Esto es observable a través de las diferencias en las pastas, los colores, los grosores o las decoraciones que presentan.

La colección se compone de 25 objetos enteros, completos e incompletos y 317 fragmentos que corresponden a diferentes partes de objetos (bases, cuerpos, bordes y asas). Una aclaración interesante es que 5 de estos objetos proceden de Alto Paraguay. En los años 40, el entonces director del Instituto Antonio Serrano, quien participó de los debates en los años 30, realiza gestiones para adquirir estas piezas de Alto Paraguay, alegando que las mismas tenían una asociación con Arroyo Leyes.

Desde la Documentación de Colecciones se pudo reconstruir algunos de los recorridos de estos objetos para comenzar a ser parte del acervo del Museo. Se rastrearon y vincularon diferentes documentos de los años en los cuales hay registro de ingreso de piezas. La información disponible nos habla puntualmente de la década del ‘40 y el ‘50.

Hubo tres modalidades de ingreso de los materiales al Museo como objetos patrimoniales que son la donación, la excursión y la compra.

Actualmente hay piezas que ingresaron como donación de Manuel Bousquet, como donación del Padre Oscar Dreidemie, por excursión de Antonio Serrano y por compra a Alfredo Miltos, quien ofrece estas piezas Arroyo de Leyes y las de Alto Paraguay.

Además, en 2007 ingresó un lote de fragmentos donación de Eduardo Bornancini.

Estas diferentes formas de ingreso, nos llevan a pensar: ¿Quiénes son estas personas que buscaban, encontraban, investigaban y hablaban sobre las piezas?, ¿dónde y cómo lo hacían?

A partir de diferentes documentos vemos que eran varias y variadas las personas que estuvieron “poniendo la mirada” en las piezas de Arroyo de Leyes: investigadores, “aficionados” de la arqueología, coleccionistas, pobladores, sacerdotes jesuitas, medios de comunicación e institutos con museos.

En los últimos años agrupaciones y organizaciones de afrodescendientes argentinos han conocido la presencia de estos objetos en diferentes instituciones y los consideran como parte de su patrimonio y objetos que encierran su memoria; a la par que, trabajadores/as de diferentes museos han comenzado a organizarse para generar instancias que permitan darle visibilidad a esta colección.

El tratamiento de las piezas de Leyes desde los años ‘30 a la actualidad también nos invita a repensar otras materialidades de los museos. A ver cómo operan los procesos de invisibilización, de negación de identidades y herencias y nos obliga a tener una mirada atenta, a investigar y tratar de aportar y buscar voces que puedan hablar sobre los objetos que se custodian en las instituciones, y discutir sobre esto.

En nuestro caso, la idea para este catálogo es que participe Mirta Alzugaray, afrodescendiente que actualmente reside en la comuna Arroyo Leyes. La invitamos a escribir y dar su punto de vista sobre las piezas, lo que resuena también en ella con estos objetos, y en las personas con las que dialoga en las agrupaciones de afrodescendientes del tronco colonial.

Por otro lado, estamos en diálogo con Raquel Elizondo y Camila Acuña de Jesús María, quienes han formado una red de museos y comenzado proyectos de vinculación de museos que tienen piezas para revivir el proyecto de reunir de alguna manera la colección«.

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